Hoy, sólo existen las ruinas de lo que fuera una de las construcciones más emblemáticas de nuestra ciudad y muchos no conocen la historia que esconde el Seminario Redentorista de San Bernardo desde 1898, año de su instalación y consagración de los primeros misioneros jóvenes.
Esta monumental obra gótica de fines del siglo XIX estaba ubicada en calle Eyzaguirre esquina de San Alfonso.
Su principal objetivo era formar sacerdotes y vocaciones, llamado al cual asistió Víctor Jara, un joven humilde de 15 años de edad que heredó de su madre el amor por la música, donde estuvo por un período de 2 años ya que su vocación sería otra; el canto, la guitarra, el teatro y el compromiso con los más pobres de este país a través de sus canciones.
“Mi mamá murió cuando yo tenía quince años. Significó la disolución de la familia. Yo era muy joven y sufría mucho.
Luego entré al Seminario Redentorista de San Bernardo.
Creo que fue un asunto muy íntimo y afectivo. Un poco mirándolo hacia atrás, ahora y con mayor madurez, fue nada más que soledad, el desencuentro con un mundo que has mantenido sólido, casa y afecto maternal y de pronto desaparece y desaparece todo, entonces ese afecto tú lo tienes al lado de muchachos jóvenes que tiene relación con una Iglesia y bueno yo me refugié ahí. Entonces consideré que ese refugio me guiaba a mí a otros valores más de encuentro con otro afecto más profundo que tal vez viniera a equilibrar esa falta de afecto interior, creyendo encontrar ese afecto en la religión, en dedicarme al sacerdocio” – contó Víctor Jara
Posteriormente, sus canciones comenzaron a ilustrar el paisaje de las poblaciones, naciendo personajes como “Luchín”, “Amanda”, “Manuel”, y muchos otros pobladores y oprimidos que vivieron en un Chile lleno de injusticia, dolor, violencia e indiferencia.
En 1952, a la edad de 27 años el Padre Fernando Ortega, fue profesor de Víctor Jara en el Seminario Redentorista ubicado en la calle Blanco Encalada 2950, junto a un grupo de jóvenes católicos conducidos por el Padre Eliodoro Rodríguez, quien recomendó a Víctor trasladarse a nuestra ciudad porque se formaban misioneros dedicados a trabajar con los más humildes.
El Padre Fernando recuerda a Víctor Jara como un joven amante de la música e integrante del coro, interpretando canciones de repertorios clásicos, obras de Strauss, Mozart o Schumann.
San Bernardo era el lugar predilecto de la elite santiaguina por su tranquilidad, sus cristalinas acequias y la vida rural, a pocos kilómetros de la urbe.
El terremoto de 1985 se llevó la historia del Seminario, borrando para siempre las huellas de Víctor Jara en San Bernardo.
El Seminario desde plaza El Andén
2 Comments
Gracias por el escrito, para que gente de la comuna sepa los inicios de nuestro Víctor Jara y que su huella no solo quedó en el seminario tb en la escuela 8 donde cantó sus últimas canciones y después detenido en la universidad técnica del estado
Gracias María Cecilia por sus palabras, y por visitar Memoria Digital