*Entrevista exclusiva para Memoria Digital a nieto de Veterano del Batallón Victoria de San Bernardo, que luchó en la Guerra del Pacífico
Para concretar esta entrevista, viajamos a la ciudad de Curicó, en medio del campo, llegando al sector llamado “Quilvo Bajo”, sitio donde maniobró la guerrilla patriota de Francisco Villota, contra las fuerzas realistas, por allá en 1817.
Luego de dar varias vueltas, llegamos a la casa de don Enrique Márquez, familiar de tres héroes olvidados de la lejana guerra con Bolivia y Perú.
¡Manos a la obra!
Desde muy pequeño, ya que mi padre siempre nos comentaba sobre estos tres hermanos que marcharon al norte.
Ellos se llamaban: Roberto, Santiago y Miguel Luis.
Me comentaba, mi papá que mi bisabuela Pastora Labra, en una ocasión fue interpelada por sus amigas. ¿De qué cómo permitía que sus niños se fueran a la guerra?, y la respuesta de ella fue terminante y contundente, “Los prefiero muertos antes que cobardes”. Es más, ella les alentó que se enrolarán en el Batallón Curicó, cosa que hicieron.
De mi abuelito Roberto Márquez Labra.
Mi abuelito se dedicaba a la agricultura porque los bisabuelos tenían campo, y cuando regresó de la guerra siguió ligado a la agricultura; de hecho, fue dueño de un fundo llamado “La Candelaria” en Chépica, Sexta Región. Además tenía un predio más pequeño en la localidad de Sarmiento, al cual iba en tren desde Curicó, casi todos los días a buscar verduras y hortalizas. Él le dio buen uso a su pase de veterano de guerra – Sonríe don Enrique.
Para mí la historia que más me marcó, fue cuando el ordenanza de mi abuelito se perdió y por lo mismo, mi abuelito estaba inmensamente preocupado porque pudo haber sido asesinado o quizás haya desertado.
Al cabo de un buen rato, uno de los vigías del campamento gritó: ¡Jinete a la vista!, aquel centauro, era nada más y nada menos que su ordenanza, que venía montado en un bizarro burro y con una sarta de gallinas amarradas.
Una vez en el campamento, el ordenanza hizo entrega al cocinero de las gallinas y también del burro. Ese día “El Victoria” se dio un gran festín, ya que a la olla fueron a parar las gallinas y el burro.
Mi abuelito Roberto, se encontraba con la duda de cómo consiguió su ordenanza aquel botín. Así es que le preguntó: ¿Hombre cómo conseguiste todo esto? Y la respuesta picara de aquel soldado fue: ¡Entre a una casa y cuando mostré el corvo me entregaron todo!
Gracias a la acción del ordenanza, el Batallón Victoria tuvo algo que comer, ya que la alimentación era escasa, insuficiente y exigua.
Don Enrique Márquez con el retrato de su abuelo, don Roberto Márquez Labra
En primer lugar, me provoca un inmenso orgullo y cariño por mi abuelito. Mi padre y mis tías le admiraban y adoraban. De hecho, le llamaban “El Viejito Lindo”.
Que la juventud se instruya sobre el sacrificio que estos jóvenes que sirvieron a Chile donando sus vidas. Es más, hoy en día gran parte de nuestros jóvenes desconocen sobre esta larga guerra.
Para Memoria Digital, fue un gran honor entrevistar a don Enrique Márquez y saber por medio de él, un poco de la vida del Capitán Roberto Márquez Labra, quien sirvió en la Segunda Compañía del glorioso “Victoria”. De hecho, don Roberto estuvo en campaña desde septiembre de 1880, hasta mayo de 1882.
Por último, cabe mencionar que don Roberto, se encontró con “El Victoria” en San Bernardo, Iquique, Vapor Paita, campamento de Lurín, Batallas de Chorrillos y Miraflores, ocupación de Lima y Pueblo Viejo.
Diploma y entrega de la Medalla de Honor por la Campaña de Lima