El D-31 Turbulent (Le Turbulent), es un avión monoplaza ultraligero, concebido para ser construido por aficionados; de ala baja, rueda de cola fija y tren de aterrizaje fijo.
Sus principales características son: envergadura 6,55 metros; longitud 5,30, altura 1,52 metros, peso 155 kilos, velocidad crucero de 120 kilómetros por hora, carga útil 105 kilos y autonomía de vuelo de 3 horas, aproximadamente.
Su motor, aunque parezca increíble, es un Volkswagen modelo “escarabajo”, igual a los automóviles, de 30 HP, unos 1.200 c.c.
El fuselaje y las alas son de madera, revestidos en tela; popelina especial reforzada con múltiples capas de pintura nitrocelulosa tipo “Dope”, que las rigidiza.
Desde todo punto de vista es un avión que parece de “juguete”, al mejor estilo de “hágalo usted mismo”, partiendo desde cero, para aviadores aficionados que, siguiendo las instrucciones del “kit” facilitado por la marca, consiguen amalgamar la materia prima; tela y madera, básicamente.
¿Es esto posible? Es posible, incluso más.
¡Sin intermediarios, sin trámites o contratos, ahora volar está al alcance de todos!, según el sueño del visionario francés Roger Druine que construyó su primer avión a los 16 años de edad, seguramente influenciado por la idea de Alberto Santos Dumont quien ofrecía sin costo, los planos de su “Demoiselle” (dama), en 1910, publicándolos en la revista “Popular Mechanics”:
“Tras el anuncio hecho hace unos meses por Alberto Santos Dumont de que tenía la intención de dar a conocer al mundo los planos de su último avión, el “Demoiselle”.
El interés de la aeronáutica se ha centrado en el maravilloso monoplano. Es la más pequeña y liviana de todas las máquinas, pero completamente práctica.
Fue en este monoplano que el reconocido aviador realizó un vuelo de Saint-Cyr a Buc el pasado 13 de septiembre a una velocidad de 56 millas por horas.
Esta máquina es mejor que cualquier otra que se haya construido, para aquellos que deseen alcanzar resultados con el menor gasto posible y con un mínimo de experiencia.
Los planos que acompañan a este artículo son idénticos a aquellos a partir de los cuales se están construyendo ahora las máquinas en Francia” – aseguró la revista
Planos, monoplano “Demoiselle”, Alberto Santos Dumont publicados en revista Popular Mechanics,
junio de 1910
Así nació el Demoiselle, el primer avión “ultraligero” del mundo con forma de libélula que se convirtió en un ícono popular cuya misión no fue otra que masificar y democratizar los vuelos y los aires.
Santos Dumont aseveró que el futuro estaría plagado de máquinas voladoras, muy fáciles de pilotar, económicas, ligeras, ideales para ir a trabajar o sencillamente ir de paseo por el mundo, en rigor auténticos “autos aéreos”, 100% confiables.
El debut de su “Libélula Demoiselle IV”, de alas curvadas, construido en bambú, motor de dos cilindros (Dutheil-Chalmers; 18-20 caballos-vapor), hélice de dos palas acopladas al motor y un peso total de 106 kilos, no hizo más que demostrar fehacientemente que sí era posible planear y conseguir récords pues en 1909 voló a 20 metros de altura un tramo de 2.500 metros.
Lamentablemente, su ideal se vio empañado por la aparición de la aviación comercial que ideó grandes y potentes máquinas para muchos pasajeros a la vez. En perspectiva resultó poco sustentable y económico porque volar todavía es símbolo de estatus que más encima provoca daños irreparables al medioambiente.
Uno de sus modelos “Demoiselle” libélula, en 1908
1909 también fue el año en que el ingeniero francés Louis Blériot atravesó el Canal de la Mancha, piloteando el Blériot XI, partiendo desde Calais y aterrizando cerca de Dover Castle. Fueron 37 minutos en el aire.
En septiembre de 1910, el aviador peruano Jorge Chávez Dartnell sobrevoló la peligrosa ruta montañosa de Los Alpes, de Suiza a Italia a bordo de un monoplano Blériot XI. Llegó a la ciudad de Domodossola, pero un viento muy fuerte rompió las alas del avión, cayendo en picada a más de 20 metros de altura.
Cuatro días después murió a causa de sus heridas.
Enumerar los hitos de la aviación es un capítulo más extenso, sin embargo, con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el poderío aéreo imprimió un sello de supremacía para cada una de las potencias en conflicto, llenando los aires de pólvora, muerte y leyendas como Manfred Von Richthofen, el “Barón Rojo”.
Los bullentes años ’20 consolidaron la aviación en todas sus dimensiones, con la aparición de aerolíneas comerciales, nuevas travesías, vuelos nocturnos y sin escalas, circunnavegaciones, exploraciones a los Polos, vuelos sin motor (a vela).
“El progreso de la aeronavegación sobrepasa los límites de lo que se pueda imaginar. Cómo en 20 años el “conjunto de trapos, madera y alambres, que hacía reír a los espectadores”, se ha transformado en un ave fantástica y veloz. Actualmente se construyen dos máquinas aéreas que serán el asombro de la humanidad. Una es un pez volador de 8 motores para la travesía del Atlántico con pasajeros, y el otro está destinado a llevar nuestros mensajes a la Luna. Este último será ensayado en un vuelo alrededor del mundo. El piloto no debe temer por su vida, ¿Por qué?. También hay aeroplanos sin aviador” – publicó el diario La Nación en mayo de1927
Es la década de Amelia Earhart, Richard E. Byrd, Charles Lindbergh, Adrienne Bolland, Dieudonné Costes y Joseph Marie Le Brix, leyendas que nutrieron el imaginario de Roger Druine y muchos años después inspirarían a don Luis Tapia Salas; un soñador que con destreza logró acercarse al mundo de la aviación, tensando estructuras de madera con extraordinaria maestría.
Encaminado por la ruta de grandes predecesores, don Luis emprendió el proyecto de su vida; “construir un avión Turbulent en el patio de su casa”, en San Bernardo,
Y, así fue.
En 1967, como poseedor de una licencia de “mecánico constructor de aeronaves de madera”, otorgada por la Dirección General de Aeronáutica, tomó la decisión de fundar una empresa familiar y con ese impulso rescatar el gran espíritu precursor de la aviación e intentar replicar la técnica que dio vida a los primeros “Bristol” de pinos canadienses y americanos, sustituyéndolos por nobles álamos y mañíos nacionales.
Los vecinos de calle Maipú, acostumbrados a despertar con el golpeteo insistente de martillos, repiqueteos y aserruchadas, no repararon en conocer detalladamente la titánica obra de don Luis. Sólo sabían que al interior funcionaba una especie de taller; desde afuera la fachada no decía mucho.
Ciertamente, lo complejo de esta operación era encajar una a una las piezas sin clavos y sin tornillos, usando sólo un resistente adhesivo importado desde Suiza, llamado “aerolite”, que combinado con un ácido especial, permitió la creación de un súper amalgamador.
Para la impermeabilización de las maderas, don Luis usó tres manos de “barniz copal”, una resina incolora empleada en barnices duros de buena calidad, para garantizar la invulnerabilidad de toda la estructura interna del avión, evitando la proliferación de hongos producidos por materiales de origen forestal.
Siguiendo el ejemplo de un planeador “Baby”, del Club de Planeadores de Santiago, que reparaba en el patio, armó una serie de caballetes para reposar las alas y el fuselaje que más tarde darían forma y vida a su modelo francés “Turbulent”.
“La inclinación que desde niño sentí por todo lo que surcara el espacio, me llevó a interiorizarme de todos los secretos que guarda el maravilloso mundo de las aeronaves.
Fue éste el motivo también, que materializó mi ingreso a la Fuerza Aérea de Chile, en donde tuve mi primer contacto con la causa de mis inquietudes: los aviones” – contó
Como paréntesis, la historia demuestra que la idea de autoconstruir aeronaves es recurrente, y si bien es imprescindible tener conocimientos de ingeniería, muchos aventureros consiguieron armarlas e incluso perdieron la vida intentando pilotarlas, como el caso de Dewey Bryan, en 1953, con su “auto-plano”, un extraño y fenomenal convertible de ala plegable que alcanzaba los 70 kilómetros por hora en carretera y 90 en el aire, con autonomía de 65 horas, fácilmente.
Tal era la extrañeza de su máquina, que consiguió dos patentes: una, para viajar por tierra y otra para volar.
El ingenioso “transformer”, plegaba las alas hasta formar un rectángulo protector de hélice que empujaba, proporcionando potencia en ambos escenarios.
En 1930, don Luis Tapia ingresó a la Fuerza Aérea de Chile para trabajar en la Maestranza Central de esa institución en el ala de armaduría de aviones y posteriormente asignado a proyectos especiales como la construcción del “triciclo experimental XX-01” o D.R.15, en 1946, bajo el mando del ingeniero español Alfredo Davins Ferrer.
La misión era continuar con la fabricación del monoplano FACH 1, interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, y de esta forma proyectar la futura industria aeronáutica nacional.
El proceso terminó con la entrega de este primer prototipo o “Triciclo experimental” que capotó sobre un potrero durante un vuelo demostrativo en 1947.
El prototipo monoplano D.R. 15, fue fabricado en madera de mañío, dos asientos, motor norteamericano de cuatro cilindros opuestos, refrigerado por aire de 100 HP, 6,50 metros de largo, envergadura de 11 metros, peso de 355 kilos, velocidad máxima de 180 kilómetros por hora y techo de servicio 5.500 metros.
Con rapidez el proyecto fue olvidado para dar paso a la creación de la “Fábrica Nacional de Aeronaves” (FANAERO), en 1953, con miras a impulsar la construcción de aeronaves, planeadores, repuestos y toda clase de elementos aeronáuticos, para comercializar, como el prototipo de un monoplano biplaza de ala baja y de estructura de tubos de acero y maderas nativas llamado “Chincol”. Éste debutó el 14 de diciembre de 1955, al sobrevolar los cielos de la capital por 40 minutos.
Problemas técnicos indujeron a un nuevo fracaso y el avión nunca se manufacturó
El prototipo “Triciclo experimental” o D.R. 15 donde participó don Luis Tapia Salas
El segundo prototipo nacional “Chincol” que voló por primera vez en 1955
“Creo que el porvenir de la construcción de aeronaves ofrece un cúmulo de posibilidades, tanto por la utilidad de sus servicios como por la oportunidad de inversión y trabajo que es capaz de generar. Con este primer intento, son varias las personas que se ha logrado motivar, interesándolas en la suerte del Turbulent, al margen de la Corporación de Fomento que está vivamente preocupada de lo que se está haciendo y que proyecta consultar una determinada inversión en esta empresa.
Considerando lo que ya está terminado y haciendo un cálculo muy aproximado de lo que resta por concluir, este modelo tendrá un valor para el comprador de E° 24.000, precio que está muy por debajo de los que se ofrecen de importación.
Ese es un ángulo de la aeronáutica que se puede enfocar con gran éxito pues las condiciones están dadas para hacer planeadores y entregarlos listos para el vuelo.
La calidad de los materiales empleados, sumada a la prolijidad a que se obliga la naturaleza del trabajo, ofrece la total seguridad de contar con un período de utilización de este aparato de alrededor de los 25 años, cuidando los excesos de humedad y calor que son los principales enemigos de su constitución física” – aclaró don Luis Tapia a revista “En Viaje”, a propósito de una visita al taller que hoy permanece ajeno a toda visita, con el prototipo del “Turbulent” arrumbado en el patio de su casa, llenándose de polvo y moho, lejos del cielo, cerca del olvido.
Don Luis Tapia falleció antes de ver terminado su avión que tenía un avance de 70%.
Un Roger Druine D-31 o “Turbulent”, aeródromo de Alençon, 1966
Un “Turbulent” XX-03, en el Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio
Don Luis Tapia Salas en su casa de San Bernardo, construyendo un avión modelo “Turbulent”
Créditos: https://www.nms.ac.uk/national-museum-of-flight/things-to-see-and-do/explore-the-hangars/civil-aircraft/druine-turbulent/ Imágenes Turbulent: Fuente: Philippe Morinière – Aéroclub de Picardie) (Fuente: Cambrésis Terre d'Histoire N° 55) (Fuente: Colección René Crozet vía Anciens-Aérodromes) http://www.acaatlantique.fr/ Popular Mechanics Magazine junio 1910 N° 6 vol13 https://www.ecured.cu/Dumont_Demoiselle Revista En Viaje noviembre 1968 N° 421 Reportaje de Alfonso Vielma e imágenes de Ricardo Kelly Boletín 18 - julio 2019 / Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, sección historia del MNAE