“Federico Wernli Jaisli, de nacionalidad suiza, avecindado en Chile desde 1936, ingresó al Rotary Club de San Bernardo el 5 de junio de 1969, llegando a ocupar altos cargos en la directiva, hasta su jubilación.
Adquirió, en el Romeral de Lo Herrera, una propiedad que dedicó a la fruticultura y horticultura. El y su esposa, Elsy Küpfer Pumpin, administran la finca, Llamada “El Paso del Inca”.
Como lo dije en el Rotary, cuando yo trabajaba en Buenos Aires, debía viajar a menudo a Europa y me agradaba hacerlo en barco. Es así que una vez, al salir de Nueva York, me hice amigo de un ciudadano yankee, con el cual compartimos gratas horas durante la travesía. Desde un principio, observé que Howard era un tanto misterioso. Por ejemplo, habíamos conocido una agraciada dama; mi compañero de viaje se prendó inmediatamente de ella. Me pareció que se pusieron de acuerdo para reunirse a una hora determinada, libres de mi presencia. El nada me dijo. Pero cuan sería mi sorpresa, al día siguiente, verlo entrar en mi camarote, al que tenía echado el cerrojo de la puerta. ¿Cómo entró? ¿Quién le facilitó la llave maestra? ¿Qué venía a hacer? Pensó que ella estaba conmigo y necesitaba cerciorarse si yo era o no su amigo. La verdad fue que la muchacha de marras se hizo humo y no la volvimos a ver durante el viaje.
Como buenos camaradas, olvidamos el incidente y continuamos juntos y desembarcamos en Francia. Estuvimos en Marsella y visitar ese puerto era obligación, claro está, pasear por la Canebiére y degustar los platos típicos. Después continuamos por el camino azul que nos llevó a Niza y Montecarlo. Pero había que bajarse del vehículo, por disposición de Howard, a cada instante, para admirar un paisaje, para contemplar un castillo feudal y visitarlo, pero, sobre todo, por cada mujer hermosa que se divisaba. Salvo la del barco, tenía mucha suerte con las mujeres.
Los gastos de esta excursión, lo pagábamos a medias. A veces era él quien hacía de tesorero y otras, yo. Cada cierto tiempo liquidábamos las cuentas. Jamás pensé que me encontraba con un Príncipe de las Mil y una Noches, un verdadero nabad. Como simpatizó mucho conmigo, quería que después que yo terminara mis diligencias en Suiza, le acompañara a Hollywood, la Meca del Cine. Yo no sabía nada sobre de que era uno de los productores más famosos del mundo. Seguramente simpatizó conmigo porqué no era yo preguntón y me atenía solamente a lo que él me decía. Jamás me habló de sus asuntos comerciales.
Pero un día, cansado dé este ir y venir sinfín, y como era tiempo que continuara mi viaje particular, decidí ir a tomar el tren para dirigirme a mi país. Pero Hughes, una vez más, me sorprendió con su actitud. ¿Cómo adivinó mi pensamiento? Yo no le había dicho nada. El caso es que llegó a la estación a tiempo para decirme que me estaba debiendo dinero. Me pagó y después me rogó que continuáramos juntos algunos días más. Así fue y, finalmente, nos despedimos como verdaderos amigos, con la esperanza de vernos en Buenos Aires, ciudad que Howard conocía, incluso hablaba algunas palabras en español. No nos vimos nunca más. El me escribió una vez, yo no le contesté. Ahora que ha muerto en extrañas circunstancias, que ha dado que hablar a la prensa mundial, vengo a saber quien era Howard Hughes, compañero de una bella aventura de los años jóvenes. Teníamos la misma edad: 71 años.
He estado con mi amigo Federico en su Chacra “El Paso del Inca”, sentados frente al tranque, recordando aquel hombre misterioso. He visto las llamas del campo, hemos tomado una taza de té y, sobre todo, me ha contado una historia que no ocurre todos los días. Ahora ya es tarde y hay que regresar al pueblo. Madame Elsy me despide con sus expresiones cariñosas de siempre. Ahí se quedan ellos, matrimonio ejemplar, con sus hijos, escuchando el rumor de las aguas del río Maipo que van a dar al mar, símbolo, para el hombre, del final de la existencia, como lo dice Jorge Manríquez, que calza en el caso de Hughes como anillo al dedo.
En la foto el multimillonario “Howard Hughes”, de quien Martin Scorsese basó su película “El Aviador”,
protagonizada por Leonardo Di Caprio