P ensé en la posibilidad de no escribir este artículo en primera persona, por diversos motivos, sin embargo, fue más fuerte el deseo de evocación o (por decirlo de alguna manera), tributar públicamente a esta institución, a la que debo mi admiración y respeto, al igual que muchas otras personas que vieron nacer fértiles sueños que más tarde se convertirían en realidad, porque de esa manera logramos que la educación popular se expandiera más allá de las propias fronteras, consiguiendo un respetable lugar entre las instituciones emblemáticas a la hora de hablar de “democracia” e “inclusión”, señales inequívocas de un Chile extinto, pero que pudo manifestarse libremente bajo estas paredes de El Canelo de Nos en San Bernardo.
Sí, espero no equivocarme por personalizar más de la cuenta los rasgos de este vital espacio que comenzó como un centro experimental, más bien una parcela demostrativa dentro de su línea de trabajo destinada a ensayar y demostrar alternativas productivas y de construcción para apoyar a las familias campesinas. Un lugar de encuentro y reflexión para todas las personas interesadas en mejorar sus condiciones de vida a través de recursos locales, adaptando soluciones desarrolladas en otros países, con módulos productivos de autosubsistencia.
De esta manera, El Canelo comenzó a funcionar en la localidad de Nos, un recinto de 6,5 hectáreas, dividida en dos grandes áreas, con una casa campesina, que aún se encuentra en pie, una huerta familiar, gallineros, conejos, aboneras, rotaciones de cultivos, piscicultura, corrales caprinos, chancherías, huertos frutales, viveros, además de áreas con secadores solares (deshidratadores), invernaderos, módulo de control biológico, un gran centro con amplios salones y salas de clases, más una vivienda popular urbana y un bosque de especies autóctonas.
La historia nace en los primeros meses de 1985, cuando El Canelo formaba parte del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), programa implementado en Chile desde 1983.
A poco andar, el Centro El Canelo comenzó a funcionar desde la óptica del campesinado chileno y de cómo se practicaba una economía de subsistencia usando sus propios recursos, proponiendo también una forma diferente de enfrentar el desarrollo local “desde abajo”, priorizando las acciones educativas, la promoción de redes de cooperación e intercambio entre educadores, investigadores y profesionales.
Desde un comienzo, El Canelo preparó el camino de manera exitosa, trabajando con mujeres, siempre en lugares de extrema pobreza, con campesinos, jóvenes, pobladores e indígenas, promoviendo una cultura de paz y respeto hacia los Derechos Humanos.
Gracias a su programa de Comunicación, El Canelo fundó la reconocida revista del mismo nombre y que podía encontrarse en todos los kioscos del país, un canal de televisión y una radioemisora que ocupó el dial de la ex radio Chena en el 1490 de la Amplitud Modulada, de la que fui su Director durante varios años, casi hasta el término de ésta en el año 2013.
Sobre Radio Canelo podría escribir un libro completo, y eso sí…en primera persona, por el orgullo que siento al haber pertenecido a este maravilloso círculo de las comunicaciones, en tiempos donde la radio cumplía un rol fundamental en la sociedad; dialogando, comunicando, entreteniendo y educando, pero no va al caso, tal vez para otra edición y con sentido crítico escribiré aquellos recuerdos “al aire”.
El Canelo tuvo presencia con su trabajo en casi todo el país, principalmente en Iquique, Antofagasta, Valparaíso, Rancagua, Talca, Concepción, Temuco, Osorno, Puerto Montt y Chiloé.
Pero sería en la localidad de Nos donde fue pronunciada por primera vez la palabra “libertad” cuando se plantó un Canelo, que sabemos es un árbol sagrado, entendiendo que esa libertad no era individual sino más bien una construcción social.
Las paredes aún albergan algo más que una construcción de excelente calidad, por este edificación han pasado miles de testimonios, generaciones enteras que vieron cómo era posible crear a través del conocimiento una cultura de paz entre el que supuestamente sabe y el que se supone ignorante, algo tan escaso en nuestros tiempos y que promulgara Paulo Freire.
La gran casa llamada Canelo acogió estas utopías, dando forma a expresiones amplias, como lo dijera su Director, don Francisco Vío Grossi, al pronunciar esas sabias palabras el día de su inauguración: “…fuñe, árbol sagrado, altar de sacrificios, bandera de paz, anhelo de libertad”.
Para el mundo cultural, El Canelo jugó un rol fundamental en las décadas de los ochenta y noventa, gracias a su escuela de teatro, desde donde experimentó sus primeros pasos la destacada actriz sanbernardina Tamara Acosta, fue testigo de trascendentales encuentros de pintores y artistas plásticos chilenos, entre ellos José Balmes, Roser Bru, Gracia Barrios, Concepción Balmes, Guillermo Núñez, Samy Benmmayor, Bororo, Jaime León y el mismísimo Nemesio Antúnez, quienes dejaron registrado para la eternidad una colección de cuadros de invaluable estimación y que hoy son la huella del patrimonio cultural a nivel nacional e internacional.
La lista de artistas que alguna vez visitaron el lugar es enorme y está complementada con un anecdotario difícil de olvidar, esto porque vieron en El Canelo un espacio donde los sueños podían hacerse realidad, como el “Circo del Mundo”, iniciativa que en 1995 unió al prestigioso “Cirque du Soleil” a través de la organización canadiense Jeunesse du Monde, con niños y niñas de la calle, un programa que nació para instruir e inducir a niños en el mundo de las artes circenses como experiencia transformadora para el desarrollo humano, potenciando contenidos creativos, artísticos y formativos.
La Escuela Popular, fue otro de los grandes hitos y que funcionó durante varios años, todo bajo el prisma de Paulo Freire que visitó El Canelo en 1991, dentro del marco de inauguración de la “Segunda Feria Internacional de Creatividad Popular”.
Fidel Castro, el mandatario cubano, aterrizó en El Canelo, durante su última visita a Chile, con motivo de la VI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, en noviembre de 1996.
Entre las invitadas estaba Hortensia Bussi, viuda de Allende, encargada de leer un encendido discurso preparado especialmente para la ocasión.
Fidel hizo gala de su histrionismo y manejo escénico, más desenvuelto que en el ruedo de la Cumbre, matizando su discurso con un dejo de paternidad, exclamando: “Realmente ustedes pueden suponer el gran impacto que me produce este caluroso, generoso y solidario recibimiento”.
Paso obligado además, de connotados políticos, candidatos y candidatas, presidentes y presidenta. En El Canelo siempre encontraban la oportunidad de dialogar y sumarse al espíritu de la democracia, protegidos por el árbol sagrado, protagonista de una serie de cambios culturales, sociales y políticos, como ocurrió en 1999 con la extensa caminata organizada por el Consejo de Todas las Tierras que marchó desde Temuco, en total 120 personas, entre hombres, mujeres y niños con el propósito de entregar una carta en La Moneda para exigir sus derechos. Antes de llegar a Santiago, se establecieron en El Canelo; venían montados en caballos blancos, portando lanzas, trutrucas, banderas, mantas y canastos. Todo un hito.
Era común ver en sus prados a familias enteras organizando picnics, encumbrando volantines, practicando algún deporte o tomando cursos y talleres impartidos en sus circuitos educativos, también conociendo las primeras y únicas “ferias del trueque”, disfrutando de algún festival como “Todas las Micros llegan a Nos”,donde participaron cantores de micros (cuando eran amarillas) e incluso en eventos de renombre, sí, porque en estas paredes nació la idea de organizar el “Festival de la Canción del Migrante”, donde también participé, junto a un selecto equipo, en su diseño y producción y que convocó en sus dos versiones (2011 y 2012), a cantautores de Argentina, Perú, Colombia, Cuba, Bolivia, Uruguay, Haití, Dinamarca, España, Rusia y Austria, entre muchos otros.
La verdad, faltarían páginas para describir todo el alcance e impacto que alcanzó a cubrir en sus días de gloria el incesante trabajo de la Corporación, pero que se expresa muy bien en la “Feria de Creatividad Popular”, a comienzos de 1990, junto con la llegada de la democracia, que trajo a 61 exponentes de 12 países en su primera versión.
Recordado será ese día, ya que por fin se daban cita en los patios verdes el vuelo imaginativo y humilde de sus verdaderos protagonistas, muchos de ellos pequeños artesanos e ingeniosos maestros de las tecnologías apropiadas.
El electo presidente Patricio Aylwin, portando su banda presidencial tricolor tejida por artesanas de Doñihue, inauguró la feria acompañado por el entonces Ministro de Educación Ricardo Lagos y “La Desideria”, la reconocida actriz Anita González, mientras a lo lejos el público vitoreaba y coreaba las canciones en el escenario con artistas de renombre, como Sol y Lluvia, Inti Illimani, Pedro Yáñez, Santos Rubio, Catalina Rojas y Ramón Aguilera.
Eran buenos tiempos, otros tiempos, era otro país, otra región, otra comuna.
Hoy persiste y revive la vieja casona de ladrillo y madera, que soportó muy bien el gran terremoto de 2010, pero que no pudo con los sucesivos cambios globales, ya que muchas de las O.N.G como El Canelo vivieron el mismo proceso y mermaron sus posibilidades de financiamientos.
Es paradójico que no sepamos valorar ni dimensionar el gigantesco aporte de El Canelo de Nos en favor de los más necesitados. Es aquí donde nos encontramos en este cruce que deja la estela histórica para analizar con propiedad su trayectoria, esto porque indefectiblemente es parte integral de nuestro patrimonio comunal y es bueno precisar que la impronta se hace patente a lo largo de todo el territorio, ya sea por la cantidad de testimonios.
Esperamos que este nuevo ciclo traiga un mejor destino para la parcela ubicada en Avenida Portales 3020, a manos del municipio de San Bernardo, que logró un acuerdo para instalar algunas de sus oficinas y servicios.
A título personal y para cerrar esta crónica, creo que muchas mentes y sueños se quedaron para siempre flotando en el aire de esta “Tierra de Nos, Canelo de Paz”, inspirados por las enseñanzas de Paulo Freire que alumbró con sus palabras este sitio al decir “Yo soy pasión, sentimientos, miedos, decenios, utopías, soy proyectos”.
Presidenta Michelle Bachelet en El Canelo de Nos
Plantación árbol de Canelo
Vista aérea, parcela Canelo de Nos, 1988
Visita de Paulo Freire en El Canelo de Nos, 1991
Feria de Creatividad Popular en El Canelo de Nos, San Bernardo
Maqueta de El Canelo de Nos antes de su construcción
LINKS:
Video Paulo Freire en San Bernardo, El Canelo de Nos
El Canelo, sitio web
Libro, El Canelo de Nos, 2011