Como todos los años, San Bernardo celebró un nuevo aniversario; esta vez apagando 201 velitas desde su fundación, un 9 de febrero de 1821.
La celebración oficial se realizó en la plaza Ernesto Merino Segura, más conocida como “La Lata”, donde fueron homenajeados y homenajeadas las siguientes personas:
Germán Tapia Rojas, Dirigente Ferroviario; José Criado Reyes, Dirigente Ferroviario; Érika Pérez Ferrada, Dirigenta Vecinal; Olga Disi Rojas, Artista Visual; Carlos Otárola Cerda, Dirigente Vecinal; Héctor Cabezas Hevia, Doctor; Dora Medel, Dirigente Vecinal; María Viscarra Beltrán, Dirigenta Vecinal; Guillermo Hidalgo Godoy, Dirigente Ferroviario; Segundo Villegas Tapia, Doctor y Renato Calquín Monardes, Dirigente de los Areneros del río Maipo.También la ex alcaldesa de nuestra ciudad, la señora Orfelina Bustos Carmona, recibió el título de “Hija Ilustre”, junto a don Manuel Sandoval Sarmiento, conocido docente con una larga trayectoria como profesor de ajedrez.
“Sobre el mismo camino del Sur i a cuatro leguas de Santiago, se encuentra el pueblo de San Bernardo, capital del departamento de la Victoria, con una población de 12.609 habitantes. Es estenso i lleno de arboledas, pero completamente deshabitado a causa de su proximidad a Santiago: nadie edifica en él. Ese fue el primer punto de los alrededores de Santiago que visitaron los paseantes en vacaciones. Los viejos cuentan tradiciones estraordinarias de lo que allí pasaba en otro tiempo, i las viejas callan ruborizadas al oirlas. Hoi ha caido en el abandono, aunque suele poblarse pasajeramente los días de carnaval. Formando un curioso contraste con su antigua fama, San Bernardo es hoi un paseo casi tétrico, al que solo concurre la jente séria, i donde se desplega la misma fría i severa etiqueta i el mismo lujo que en los salones de Santiago. Posee unos hermosos baños con buenas aguas, aunque no mui claras…..(sic)
Al Sur i Oriente de San Bernardo se estienden las grandes haciendas de Tango i del Peral; i mas allá el rio Maipo, que divide el valle desde los Andes hasta el Pacífico, dejando entre él i el Mapocho una zona espaciosa, que comprende una grande estensión de Cordillera”…(sic)
Este texto, que he copiado en forma literal (sic), incluyendo ortografía y redacción, ilustra a un San Bernardo en pleno desarrollo, descrito en un folleto turístico: un llano seco, con pocas construcciones y mucho espacio destinado a las haciendas y fundos.
Sin embargo, el año 1859, Vicente Pérez Rosales en el libro “Ensayo sobre Chile, publicado en Hamburgo, nos muestra una clara diferencia entre las modestas viviendas campesinas y la creciente nobleza, escribiendo lo siguiente: (sic) “…es de creación mui reciente i se encuentra mui cerca de la capital, para que pueda hacer progresos notables como ciudad. Las modestas habitaciones de los campesinos alternan allí con los hermosos jardines y las casas de recreo de los ricos propietarios”.
El notable y famoso científico Charles Darwin, en su libro “Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo”, publicado en 1836, describe someramente su paso por nuestra incipiente ciudad, tomando como referencia al Río Maipo.
Otro testimonio escrito se encuentra en el libro “Diario de mi Residencia en Chile” (1822), escrito por la cronista inglesa Maria Graham (léase también Mary Graham).
Maria describe la situación de la recién fundada Villa de San Bernardo (1821), en honor también al Director Supremo:
“Todos esos campos eran antes estériles y sus jarales servían de escondite a los salteadores y asesinos, de tal manera que no se podía pasar por allí sin peligro. Los bandoleros han desaparecido ya y pacificas haciendas ocupan las que eran tierras incultas”.
Sabemos que la creación del Canal Eyzaguirre, conocido también como O’Higgins y actualmente San Carlos, no sólo era alimentar el caudal hacia el río Mapocho, sino más bien emprender un trabajo de fecundidad de todo el Llano estéril.
Posteriormente don Domingo Eyzaguirre fue comisionado para esta gran obra, vendiendo los terrenos conocidos como “Llanos de Lepe” y de esa manera sustentar esta obra de ingeniería para formar la “Villa de San Bernardo”, ofrecida especialmente a soldados y viudas de las guerras de nuestra independencia.
La obra fue tomando forma y perfeccionándose, enfrentando muchas desgracias, aluviones y temporales, como el de 1827.
Más testimonios encontramos en toda la historia de Chile, que nos refieren ampliamente cómo eran estos terrenos donde se levanta en la actualidad la ciudad de San Bernardo.
Uno de ellos es Vicente Pérez Rosales, aquel notable escritor, aventurero y político que hace un paréntesis en su libro “Recuerdos del Pasado”, publicado en 1882:
“El Llano de Maipo, verdadera hornaza donde el sol estival caldeaba sin contrapeso el sediento pedrero, sólo ostentaba en vez de árboles, descoloridos romeros, y en vez de pastos el fugaz Pelo de ratón. Allí, según el poético decir de nuestros huasos, ni el canto de las diucas se escuchaba”.
Desde otro ángulo histórico, José Zapiola, autor del libro “Recuerdos de Treinta Años”, en uno de sus capítulos también narró la fisonomía de estos llanos donde se asienta actualmente la ciudad de San Bernardo, que fuera capital del Departamento de La Victoria, escribiendo:
”Entonces el llano de Maipo no tenía un solo arbusto y sus siete leguas de anchura no eran más que un arenal no interrumpido entre el Mapocho y el Maipo por no correr por esa gran extensión ni un hilo de agua.
Esa polvareda la levantaba la multitud de gente de a caballo y de a pie de los pueblos del sur, que buscaba un asilo en la capital.
Entre esa multitud de familias, pobres casi en su totalidad, venían gran parte de soldados y no pocos oficiales del ejército más brillante que hasta entonces había tenido Chile”.
Capítulo aparte es el relato de la batalla de 3 acequias, ocurrida en el sector del mismo nombre, acaecida en los márgenes del Río Maipo (llano) en 1814. La literatura es abundante y brindo un capítulo especial acerca de este acontecimiento y de un hallazgo histórico hasta hoy sorprendente.
En 1913, Luis Orrego Luco publica su novela “Un Idilio Nuevo, escenas de la vida en Chile” sitúa a los Llanos de Maipo en un sitio confortable y digno de visitar:
“El canal de Maipo corre hacia el sur, en la dirección de Pirque y del llano histórico de su nombre que de estéril y arenoso que era, se ha convertido en jardín continuado.
Siguiendo esa parte de la meseta, hay camino desde donde se divisa el barrio de la Maestranza y el del Cerro, hasta las Cajitas de Agua. Es esa una de las partes de Santiago que mejor han conservado su aspecto de la era colonial. Los edificios son antiguos, de alero, los más con solana, los otros, casi todos de largas murallas blanqueadas”.
En efecto, San Bernardo formaba parte del extenso paisaje administrativo del Departamento de La Victoria; esta antigua división territorial perteneciente a la Provincia de Santiago, en honor al triunfo patriota de Maipú.
San Bernardo era entonces una ciudad diseñada por grandes casas-quinta construidas y pensadas para el buen descanso familiar, adquiriendo una fisonomía propia y separada de Santiago.
En 1909, según el censo de noviembre de 1907, San Bernardo tenía una población de 5.000 habitantes y ya en 1913 esta población había aumentado considerablemente, teniendo en causa que la población de Santiago era de 378.711 habitantes.
Este estilo, de características muy particulares, San Bernardo lo conservaría por muchos años más, evidenciando lujosos parques con especies arbóreas traídas especialmente de Europa, mansiones y casas de veraneo de estilos ingleses, neoclásicos, españoles, americanos, entre otros, pero uniendo el concepto de vivienda chilena con patios en forma de “u”, adaptadas a estas realidades arquitectónicas.
En 1894 las carretelas que hacían viajes fuera de Santiago, partían desde el lugar llamado “Cajitas de Agua”, actualmente lo que conocemos como Plaza Baquedano. Desde allí se hacían viaje hacia Las Condes.
Las carretelas que partían desde San Bernardo (1854) cobraban 50 centavos hasta Lo Herrera, a Lonquén 60, a los Bajos de San Agustín 20 centavos. Mientras que de Puente Alto a San José de Maipo el pasaje era de $ 2,50
Para finalizar este artículo, transcribiré unos párrafos del libro “Sinceridad, Chile Íntimo”, de 1910 que acogen el imaginario de esta ciudad que aún es posible palpar. En este libro, su autor, el Dr. J. Valdés Cange escribe: (sic) “…I si dudáis un ápice, señor, de la verdad de lo que acabo de decir, tomad un tranvía eléctrico que os conduzca a San Bernardo, i podréis observar en el camino, estensos (sic) terrenos dedicados a las siembras de trigo; preguntad al dueño cuánto pide por una hectárea de suelo, i os daréis a santo…”