C on más de 40 años de historia, el Persa de San Bernardo ha visto pasar generaciones completas en sus diversos puestos. Hoy, pese al avance tecnológico y la arremetida de los centros comerciales o malls, sigue presente y aumentando su extensión.
Ubicado en el paradero 40 de Gran Avenida y consolidándose como uno de los más antiguos de la zona sur de Santiago, el Persa de San Bernardo alberga más de 350 locales llenos de historia, junto con una infinidad de productos: pintura, fotografía, comida, papelería y hasta arreglo de electrodomésticos. Todo ello es posible encontrarlo en las más de diez cuadras desplegadas en pleno corazón de esta comuna.
Sin duda alguna, el simbolismo de este persa no se encuentra en sus cientos de puestos, sino más bien en los locatarios; trabajadores de esfuerzo que desde los inicios del persa han sabido mantenerse firmes, pese al ingreso en el mercado de las tiendas de retail o el boom de productos que ha traído la globalización.
Al ritmo de Sandro, Berta López vende un set de hilos con agujas a una familia cliente por más de cinco años. Hace 20 años que trabaja vendiendo insumos para costuras y decoración, y todos los fines de semana tiene clientes fieles que adquieren sus productos.
Sus hijas, de 30 y 27 años respectivamente, la acompañan en su labor mientras comentan que gracias a este oficio, pudieron concretar el tan anhelado cartón universitario. Melisa, la mayor, se tituló de Pedagogía en Educación Física, mientras que Paulina es técnico jurídico.
“El trabajo siempre es duro, pero con ímpetu y harto sacrificio se puede salir adelante. Es cuestión de tener ganas y saber atender. Los clientes que vienen por primera vez quedan conformes y eso permite que vuelvan cuando lo necesiten y, además, ayudan con el boca en boca, dado que la mayor publicidad en este rubro es la recomendación”, señala Berta.
Jaime Aguirre Díaz, reparador de electrodomésticos, tiene su puesto desde hace 25 años. Él, con orgullo, evoca recuerdos para declarar al diario: “Empecé arreglando los tocadiscos, pero tras la entrada de la globalización tuve que reinventarme, y gracias a mi señora, decidí reparar batidoras, jugueras, microondas o hervidores. Todos tienen solución, menos los que vienen desde China, esos son desechables y conviene comprarse uno nuevo”.
“Es un trabajo duro, hay días donde no hay clientes. En otras ocasiones, tengo que llevarme la pega hasta mi casa. Cuando eso ocurre, mi hijo Claudio es el más feliz porque observa cómo lo hago y va aprendiendo algunas técnicas, y justamente gracias a eso decidió entrar a Inacap para estudiar Ingeniería Electrónica. Va en segundo año y con alegría trabajamos, porque todo lo que uno hace es para dejar legado, y justamente él continuará gracias al aprendizaje que le hemos dado como familia”, agrega Jaime.
En Chile, el persa es sinónimo de cachureo, pasado o antigüedad, precios bajos y un millar de productos que, pese a estar puestos en el suelo, dan colorido a este mercado. Su atención es personalizada y los precios, al alcance de cualquier bolsillo. Se puede encontrar de todo un poco gracias a la variedad de productos disponibles y a la libre competencia que existe en cada local.
Josefina Cáceres, vendedora de películas clásicas, es otro claro ejemplo de la diversidad cultural que otorga el persa. “La colección completa de Columbo, que son seis discos, la tengo en $ 8.000, y para los coleccionistas, es un precio sumamente accesible. Todos los días vienen personas a comprar, incluso de otras comunas bastante más alejadas, como Las Condes o Maipú. No les importa la distancia, pues ellos saben que si un producto tiene calidad e historia, la lejanía es meramente superficial”, explica la locataria.Todo quien desee optar por un local del Persa del 40 debe conocer que las patentes municipales son personales e intransferibles y otorgadas por la alcaldía a la persona que trabaje o atienda el puesto, siempre que sea mayor de 18 años.
Asimismo, deben saber que en caso de que un puesto implique alimentación, las mercaderías en venta no podrán permanecer en contacto directo con el suelo, por lo que será obligatorio mantenerlas almacenadas en sus respectivos envases, canastas, o cajas, a fin de asegurar su protección y aislamiento.
Desde el propio municipio, explican que para trabajar, “se deben gestionar los permisos mediante los encargados del recinto, según las cuadras que tienen a su cargo. Por ejemplo, la señora Nancy Zúñiga es la presidenta de las primeras tres cuadras de este persa. Ella, a través del sindicato, canaliza la solicitud y entrega los antecedentes y requisitos necesarios para postular a un puesto y obtener la patente municipal”, explica el secretario municipal.
“Eso sí, hay que estar en la lista de espera sindical, armarse de paciencia y esperar que la nómina avance para el tan anhelado permiso”, advierte.
Fundado en 1976 y con casi medio siglo de existencia, el Persa de San Bernardo se erige como un mercado al aire libre lleno de sabor y productos que cualquier visitante puede imaginar, mientras sus dependencias van develando el arraigo social y cultural que los trabajadores van forjando con sus historias y el paso de las generaciones.
Es viernes y Rosita Contreras lo sabe, sabe que debe comenzar a armar su local pues el sábado y domingo el persa abre sus puertas. Hace más de 25 años que trabaja vendiendo y pese a que se ha tenido que reinventar y actuar acorde a los tiempos y necesidades del público, sigue firme en sus labores. Desde 2011 se dedica a vender desayunos, postres y onces sin perjuicio de alguna otra idea que surja en el camino.
Por sus retinas han pasado riñas de locatarios contra coleros, clientes que llegan en estado de ebriedad y cargosean con descuentos o molestan con el flujo normal del lugar. Compañeros que han fallecido por culpa del frío y enfermedades que no pudieron tratarse a causa de tener dinero para una atención de calidad y otros casos donde por ajustes de cuenta se han enfrentado a balazos en plena calle. “Sin duda -expresa doña Rosita- trabajar en una feria persa no significa tener bienestar asegurado, por el contrario, pero pese a las dificultades, uno sabe que cuenta con el apoyo de sus colegas y de la familia e incluso de la misma municipalidad, por lo mismo hay que trabajar con ánimo y agradecida a Dios por todo lo que nos da”.
La feria persa funciona los días sábado, domingo y festivos, desde las 10.00 a 20.30 horas en horario de invierno, y de las 10.00 a las 22.00 horas en horario de verano. Sin perjuicio de lo anterior, para los días festivos, las festividades patrias y de fin de año, el municipio podrá mediante decreto del alcalde, establecer los días y horas de funcionamiento de estos.
*Nota: Artículo escrito en 2018 Créditos fotografía: https://es-la.facebook.com/Persa40SanBernardo/