Colegio San José de San Bernardo
Periódico “Letras del Chena”
Agradecimiento especial a profesor Diego Ponce
E xcavaciones de 1975 determinaron que en el lugar existía uno de los principales cuarteles de las tropas incaicas, debido a su gran magnitud visual, tamaño de recintos y de su cumbre. Dos años más tarde, su fortaleza fue declarada Monumento Histórico Nacional.
La historia se construye para ser recordada, no así para abstraernos de lo sucedido, dejándonos sin memoria y atrapados en el vacío del olvido.
El Cerro Chena o Pucará de Chena, ubicado al oeste de la comuna de San Bernardo y colindante hacia el poniente con la autopista central, es un fiel ejemplo de esta historia sin memoria que no reconoce las virtudes ni los vestigios que dieron origen a una de las civilizaciones con mayor influencia cultural en nuestro país, los Incas. Este accidente geográfico surgió a partir de los cambios geológicos originados hace unos 150.000 años atrás, incluso, antes de la conformación de la Cordillera de los Andes y de la Costa.
El monumento natural es reconocido por los vecinos de San Bernardo y habitantes de otras localidades como un lugar de recreación y divertimiento, principalmente por su gran cantidad de áreas verdes, laguna con variedad de aves, espacios deportivos, juegos infantiles y quinchos para compartir asados entre otros. A lo anterior, se agrega la tradicional fiesta celebrada tras el 18 de septiembre, llamada 18 chico en la cual se continúa con los juegos y bailes típicos de fiestas patrias que se organizan para despedir la celebración nacional.
Sin embargo, la imagen del Cerro Chena no se configura como territorio cultural menos como patrimonio histórico para quienes día a día lo visitan, pese a que ya tiene décadas siendo monumento histórico nacional. No tiene la misma difusión mediática o reconocimiento social como el San Cristóbal o Santa Lucía.
En 1975 Rubén Stehberg realizó una tesis bajo el patrocinio de Hans Niemeyer, un profesor quien había participado en una excavación en la cumbre del cerro Chena. Él, ejecutó serias excavaciones en las ruinas, logrando demostrar la existencia de una gran plaza rectangular en la cima, rodeada de recintos rectangulares con sub-recintos en su interior y pasillos que los intercomunicaban; también logró la recolección de abundante material cultural, permitiéndole elaborar una nueva hipótesis de la construcción arquitectónica del lugar.
Descubrió que la fortaleza presentaba 9 recintos situados en la cumbre del cerro y que presentaban 2 muros de circunvalación defensivo. También pudo encontrar abundante material lítico, entre ellas, rocas graníticas de diferentes colores, rojizo y gris claro, Por otro lado, fueron halladas una flauta de combarbalita, piedras de moler talladas con forma de “bateas” portátiles y gran cantidad de fragmentos cerámicos rescatados
Gracias al gran trabajo realizado por Rubén Stehberg, se pudo plantear que el pucará de Chena era uno de los principales cuarteles de las tropas incaicas, debido a su gran magnitud visual, tamaño de recintos y de su cumbre.
No extraña que, entonces, el 17 de agosto de 1977 se declara Monumento Histórico Nacional a la fortaleza incaica de Chena y a sus contornos y el 11 de marzo de 1992, como Monumento Histórico al pucará de Chena.
No obstante, ser patrimonio pareciera que resultó ser peor, pues con el avance de los años, este lugar ha quedado desprotegido y olvidado por todos, dejando que se deteriore poco a poco, ocupándolo con actividades más deportivas que culturales.
Este es un espacio cultural que va en decadencia “la gente no sabe cuidar las cosas, las piedras están llenas de grafitis y a la gente no le importan estas cosas y tampoco se les da el énfasis necesario” menciona María Inés Pino Guajardo, vendedora por años de golosinas y gaseosas a la entrada del cerro.
A lo anterior, se agrega la visión general que tiene el departamento de Cultura de la Municipalidad de San Bernardo, quienes, a pesar de impulsar campañas que recuperen el valor histórico al territorio, como celebrar el día de los pueblos originarios en los faldeos del cerro, más conocido como el año nuevo Mapuche o We tripantu, aseveran que, mediante consulta ciudadana, las personas mencionan no tener mayor conocimiento por el valor histórico que tiene el monumento natural, pese a que señalan que un Pucará no es cualquier cosa ni que todas las comunas tienen uno, parece cualquier cosa ya que está todo sucio y mal cuidado. Lo único que se ve, son piedras en un peladero.
No existen políticas concretas que logren conquistar al imaginario colectivo de los residentes para que tomen el peso cultural que reviste el cerro. Incluso, ni siquiera para el día del patrimonio cultural el monumento estuvo abierto.
El Cerro Chena, que en quechua significa “Puma en Celo”, llamado así por la gran cantidad de pumas que existían en el lugar, resulta ser una zona preferente para pasar las fiestas, salir de paseo en familia, hacer deporte o disfrutar de las áreas verdes y no un espacio donde prevalezca la historia. Tal cual dice Francisca Puga, profesora de Historia y Geografía y Ciencias Sociales “en Chile no importa la historia, las personas prefieren disfrutar y divertirse que visitar un lugar donde habitaban nuestros antepasados”.
El Pucará del Chena, representa un lugar que no se ha tomado en cuenta por la historia, por la ciencia ni por las mismas personas. Amado para disfrutar de sus entornos, pero contrariamente descuidado en sus raíces y contornos culturales que aún develan en cada una de sus piedras, una verdadera reliquia y legado cultural precolombino.
“El complejo arquitectónico del Pucará representa la figura estilizada de un puma mítico hermafrodita mirando hacia el norte, los pasillos internos y la disposición de los pequeños recintos internos, constituye un espejo del camino solar y lunar, señalan las direcciones de los rayos solares de solsticios y equinoccios, del norte geográfico y magnético y los seques regionales. La disposición de las puertas, ventanas y muros señalan rumbos hacia los otros centros ceremoniales, a los Apus (montañas) y puntos estelares. Expresan la dualidad, la trilogía y la cuatri-partición de la cosmogonía andina. Los muros perimetrales de los faldeos del cerro, tendrían además la protección del Centro Ceremonial, expresan los tres niveles del mundo cosmogónico inca, el mundo inferior o subterráneo, el mundo humano y el mundo superior del mítico puma dibujado por el sol”
“El pucará de Chena fue instituido por los astrónomos, arquitectos y sacerdotes incas como una huaca, hace más de 500 años, cumplía la función de fortaleza, pero más que eso era un Centro Ceremonial y observatorio astronómico, un lugar habitado por hombres sabios, de astrónomos desde el cual observaban el movimiento planetario y estelar, y de sacerdotes que dirigían las ceremonias sagrados a la divinidades”. (Eliseo Huanca Yucra, Consejero Metropolitano del Consejo Nacional Aymara)