Su refugio era un estudio que había acomodado en su propia casa, con estantes repletos de libros y recuerdos de su querido centro literario Andén, especialmente uno que parecía atesorar por sobre otros; la edición de “Duendes en el Andén”, primera antología literaria de los niños de San Bernardo, edición coordinada por José Ramírez C., prologado por el mismo Adolfo García y la participación de Claudia Godoy, como directora del taller literario, publicado en mayo de 1995.
Al momento de escribir este artículo, tengo en mis manos un ejemplar, bellamente ilustrado por Fabiola Rojas quien dibujó una locomotora a vapor llegando a la estación, siendo escoltada por graciosos duendes al mejor estilo naif.
“Estamos convencidos que este vivero creacional, le dará honra y prestigio a la literatura local. Tenemos la convicción que es un apretado racimo de esperanzas en el devenir literario y que es posible pensar que algunos de ellos, seguirán transitando en la ya añosa tradición creativa de San Bernardo” – escribió Adolfo
Si bien nació en San Fernando, el 30 de abril de 1945, fue San Bernardo su lugar de residencia definitiva, de trabajo y creación, publicando “El Campanario Silente” (1995), “Distancias y Voces Remotas” (1998), “Cable a Tierra”, en 2000, además de numerosas coautorías y antologías.
“Adolfo García es un poeta moderno, por su pasión crítica, por su amor a todo lo que vive, por su esperanza puesta en las generaciones de hoy” – reflexionó Orita Quezada en la reedición de El Campanario Silente de 2010
En 1964 ingresó a estudiar al Instituto Pedagógico de la Universidad Técnica del Estado, participando en recitales poéticos, talleres, encuentros literarios y revistas de la Universidad, más tarde, en 1971 recibió su título como profesor de Estado en Castellano y Redacción, un año después, en 1972, trabajó como docente en el Liceo de Hombres de San Fernando.
En 1975 viajó a Santiago, se casó con María Josefina Cruz Rojas, quien era docente en la misma casa de estudios. Del fruto de su matrimonio que duró 34 años, nacieron sus dos hijas.
Al dejar su periplo, estableciéndose definitivamente en su querida “aldea del Chena”, Adolfo escribió, concursó y ganó varios premios, y lo más importante ejerció como profesor en el liceo Elvira Brady Maldonado.
Recién en 1993, aceptó una invitación de los fundadores de “Andén”, Jorge Martínez Vásquez y José Ramírez Contreras, para pertenecer a esta institución literaria fundada el 4 de agosto de 1979 como consecuencia del taller literario “Ortiga” en 1977, iniciativa del profesor Jorge Martínez Vásquez en el liceo Fidel Pinochet Le Brun.
“La Ortiga que nació, creció y enronchó en el Liceo de Hombres de San Bernardo, tomó cuerpo, maduró, fue llevada al Andén. Allí nos pusimos a esperar el tren de la acción, en tren de la Cultura, con la pluma en ristre, con el corazón en bandolera.
Nos atrevimos a descubrir nuevos rumbos y entregar en ellos el néctar de nuestra poesía” – escribió Jorge Martínez Vásquez en el libro “Riel de Palabras”, la primera antología poética en 1993
Eran tiempos difíciles en lo político, pero estimulantes en el quehacer literario, en una ciudad que todavía respiraba bajo el chirrido de los raíles en la Maestranza Central, y el pulso de sus obreros “tiznados” que a toda hora invadían las calles con sus bicicletas, entrando y saliendo por la puerta principal, después de su característico pitido que como sello imprimió por años la actividad económica, cultural, social y deportiva de la ciudad. De aquí el nombre del grupo, bautizado como “Andén”, como lo describió José Ramírez: “Para nosotros la estación de trenes de San Bernardo, tenía un significado muy especial, era una especie de santuario de inspiración, de modo que al momento de bautizar este nuevo grupo, a mí me pareció que lo más representativo de San Bernardo era la estación y por ende el andén, con toda la connotación que tenía de viajes y de esperas…” (Anuario Literario San Bernardo Crea, 2003, Ma. Eugenia García)
Claudia Godoy aportó el slogan “Una espera de letras para el eterno viaje de la palabra”, Patricio Miranda con el logotipo, un boleto de tren, de esos verdaderos artilugios de cartón que tantos recuerdos evoca.
Para Andén, los años ’90 fueron plenos, con muchos proyectos y publicaciones, incluyendo la “Gaceta Andeniana”, entre 2009 y 2014, una revista que formó parte del extenso catálogo de autores y autoras del Andén: “Nosotros y Nuestros Fantasmas” de Jorge Martínez (1992), “Riel de Palabras” (1993), “Imágenes entre Verso y Tacto” Claudia Godoy (1993), “San Bernardo, imágenes Azules”, Gabriel Miranda (1993), “Pasos Adentro”, Carmen Jiménez (1994), “Poetas de San Bernardo”, (1994 y 1996), “El Diccionario Poético de los Duendes” (1996), “Del Elqui al Bio Bio”, Jorge Martínez (1996), “A la Hora Exacta”, Claudia Godoy (1997), “De Cristal es el Verbo”, Orita Quezada (1997), “Serie de cuadernos Andén I” (1998), “Las Estaciones del Andén” (1997), “Tentaciones de Miel”, Isabel Conte (2000), “Pétalos de Acacia” (2004), “Cilindro Gris”, Orita Quezada (2004), “Versos de mi Aldea” (2006), “Nostalgias y Lejanías” José Salgado P. (2006), y otras publicaciones más que se añaden al inventario andeniano, más la suma de todos los recitales poéticos en ferias de libros y encuentros literarios comunitarios.
De izquierda de derecha: Isabel del Sol, Jaime Mujica y Adolfo García
Con voz lárica, Adolfo describió cada pedazo de su terruño, comportándose como un verdadero hermano del pueblo semidormido, equidistante de los grandes acontecimientos, simples como un campanario de iglesia:
“al matrimonio de unos jóvenes casándose con humildad,
al rito festivo de aventar lentejas,
a la misa matinal
y al domingo de ramos,
al velatorio de algún anciano sabio y venerable,
a la acción hermanada frente a los berrinches del invierno,
a la faena temprana de luceros
y fluidos lácteos” (El Campanario Silente)
O, podíamos encontrarnos con aquel vate paciente mientras espera en un andén, en ese mismo libro:
“Aguardé en el andén de las esperanzas días y noches
para saludar tu flor, tu espacio y tu espejismo.
En una orilla con soplos de cielos y de aguas,
hice mi cabaña solariega y rústica,
para recibirte algún día frío o tibio
con cantos de palabras y trinos de pájaros
con el corazón abierto y sus postigos hacia atrás
y besar tus manos, tu frente y mis sueños”
Adolfo García y César Disi
Adolfo García dejó este mundo un mes de septiembre de 2009, tras padecer una larga enfermedad.
Hoy, quedan sus palabras, sus libros y poemas que como rieles escapan y desperdigan andén tras andén, aguardando a quien se suba y transite,