Una de las fiestas más populares en el pueblo era la celebración del 12 de febrero, sin ir más lejos una calle fue bautizada en honor a este jolgorio patrio que fue perdiendo fuerza con los años.
La fiesta recordaba tres acontecimientos trascendentales de la época; la fundación de Santiago por Pedro de Valdivia en 1541, la Batalla de Chacabuco en 1817 y la jura y consagración solemne e independencia en 1818, tres fechas coincidentes, pero en años distintos.
Las evocaciones y celebraciones duraban dos días, por eso ganaron fama en la capital, convidando a familias enteras que repletaban los tranvías y los trenes; venían cargados de comida, vistiendo sus mejores trajes con el fin único de pasear por las ramadas, tomar buenas chichas y damajuanas, comer las mejores empanadas, bailar zamacuecas, escuchar música de bandas, folklore o coros estudiantiles, jugar al palo ensebado, competir en carreras a la chilena o topeaduras en la Avenida Colón.
El entusiasmo del público desbordaba la Estación Central y los convoyes de primera, segunda y tercera clase, con un total de 25.000 paseantes, en promedio.
Otro detalle no menor era el transporte de comida y provisiones desde Santiago; a manera de ejemplo, se destinaba la cantidad de 7.200 docenas de botellas de cerveza.
Ya en el pueblo, las multitudes de personas elogiaban los elegantes corsos que paseaban por la plaza con sus mejores adornos, ya sea en automóviles o carretas.
Las ramadas lucían hermosos estandartes chilenos y expendían toda clase de alcoholes, al mismo tiempo las familias compartían en sendos comedores o participaban de la misa al aire libre.
Para resguardar el orden, el gobernador del Departamento de La Victoria solicitaba a Santiago el envío de policías quienes cumplían roles de vigilancia para evitar riñas y delitos menores, más la participación de su orfeón que intervenía con piezas musicales durante los discursos inaugurales.
El periódico “El Búcaro San Bernardino”, en su edición del 16 de febrero de 1902, exclamó en su página principal: “Las fiestas del 12 de Febrero, se han llevado a cabo con toda corrección y dentro de la más perfecta cultura. Tanto en las fiestas de la Alameda, como en las demás, se ha notado una verdadera tranquilidad. Todo había sido bien dispuesto, gracias a las medidas tomadas por el primer alcalde señor Martínez. El lunch, a que invitó el primer alcalde resultó espléndido y sumamente concurrido por los más distinguidos caballeros que actualmente veranean en este pueblo. Se sirvió a las 3 de la tarde del domingo y al destaparse el champagne, el alcalde señor Martínez pronunció un discurso haciendo recuerdos de la fiesta que se conmemoraba, siguió en el uso de la palabra el secretario Municipal señor Juan Crisóstomo Castro, que trajo a la memoria de los concurrentes algunos episodios gloriosos de nuestra independencia nacional, cerrando finalmente la manifestación con un brillante discurso que fue muy aplaudido el distinguido Juez Letrado del departamento señor don Guillermo Silva y Baltra”.Carreras a la Chilena en la Avenida Colón, 1916
Ramadas en San Bernardo, 1906
Misa al aire libre, 1915