C onversamos con la destacada cantante, autora y compositora sanbernardina Kella Stambuk, que desarrolla una particular propuesta musical proveniente de las raíces melódicas del soul, el rock y el funk.
A los 4 años de edad Kella tuvo su acercamiento con la música, en donde comenzó a tocar piano, ya a los 6 años realizó sus propias composiciones musicales.
Sus primeros estudios de producción musical fueron en la Universidad Vicente Pérez Rosales, posteriormente egresó de la Escuela Moderna de Música como compositora y arreglista, además de trabajar en paralelo con compañías de teatro para quienes musicalizó variadas piezas. También fue jurado en la segunda versión del Festival de la Canción del Migrante.
La música para mí siempre fue un medio para expresar las emociones y pensamientos que en el cotidiano vivir eran difíciles de expresar. Se convirtió en una necesidad para mantener el equilibrio personal e incluso muy terapéutico para los momentos de soledad.
Con el tiempo empecé a acercar mi música a los estilos que más me acomodaban y gustaban, es así como nació mi estilo.
La música para mí es un templo, hay una fase que es la composición, que es la que más disfruto, donde el encuentro íntimo de las sensaciones que me provocan estallar la creatividad se transforma en un éxtasis de estimulación mental y emocional. Cuando comienza el ritual no tengo idea donde me llevara, y aunque quizás la pieza en la que trabaje no logre llegar a los oídos de los demás, el proceso y el sentir del momento es muy placentero para mí.
Es muy importante, las veces que no logro crear, por tiempo, por las actividades cotidianas del diario vivir, me vuelvo muy ansiosa, sufro dolores musculares y sufro pesadillas.
Están muy conectadas e inspiradas con los momentos sentimentales y existenciales que actúan en mi vida.
En crecimiento, hay vanguardia en la escena joven, hay muchas ganas de hacer cosas novedosas, sobre todo no solo vincular a un artista con lo musical, sino que también con otras áreas del arte, como la imagen, los conceptos creativos y en el mensaje que transmiten.
Siempre pensé que sería lo mejor tener un nombre artístico para separar mi personaje artístico con la vida cotidiana, y el lado que no está expuesto, puesto que también realizo otras actividades donde no soy músico. Es cuando decidí conservar el apellido Stambuk y encontrar un nombre que sonara fonéticamente. Cuando encontré el concepto de Kella, “miel guerrera” del Quechua, me agrado el concepto y lo deje.
Ha sido una linda experiencia ya que a través de un grupo colectivo con los mismos intereses e inquietudes se logra trabajar en equipo. Nos ayudamos entre todos con la difusión, enseñamos y compartimos experiencias a nuevas bandas y artistas que se integran. Creamos actividades culturales para la comuna, además de hacer muy buenos amigos.
Me encantaría que más gente se entere que existe el Movimiento y pueda asistir a nuestras actividades realizadas tanto en la gobernación como en la casa de la juventud. Queremos ayudar a nuevos artistas a que puedan tener un espacio dentro de la comuna, a mejorar su producción musical, a autogestionarse a generar eventos y presentaciones.
Se dan instancias de concursos y competencias, pero realmente siento que falta apoyo para los grandes artistas de la comuna que intentan hacer un espacio en el mercado musical chileno. Grandes bandas que llevan años tocando como “Triburbana” que son de san Bernardo, deberían consagrarse dentro de la comuna y realmente tener un reconocimiento. Es necesario valorar más lo que sale de nuestra comuna, “la representación”, “la escena”, ya que es el sector con su contexto y la comunidad quienes nos forman también como artistas.
Que sean organizados y aprendan a autogestionarse. Que aprovechen las nuevas tecnologías y complementen la música con otras áreas del arte que contribuyan a un mejor concepto artístico. Que realicen el ejercicio de cumplir el objetivo propuesto a corto y mediano plazo. No solo depende del talento, es método, responsabilidad, ganas de hacer lo que uno le gusta.