Extracto libro “De Patitas de Chancho y otros causeos políticos en San Bernardo”
1° Lugar, Premio Municipal de Literatura 2022
Llegamos al episodio conocido como “El Complot de las Patitas de Chancho”, gestado entre septiembre y octubre de 1948 en la ciudad de San Bernardo, como lo relató el mismo Presidente en sus memorias.
En este trance, Rosita, su hija, se vio envuelta en un oscuro pasaje de nuestra historia tras ser contactada por una señora, esposa de un suboficial de la Aviación que aseveró conocer un siniestro plan para instaurar una dictadura liderada por Carlos Ibáñez del Campo.
Ella, sin dudarlo, acudió al llamado, concertando una entrevista al lado norte de la plaza de San Bernardo, a las 7 de la tarde, el mes de octubre de 1948. Iba acompañada del Director de Investigaciones como escolta.
Caminó en rededor, siguiendo la única pista posible; una rosa roja en el pecho de la mujer, acto seguido, confesó que un grupo de suboficiales fraguaban un golpe de Estado, dirigido por el Comandante en retiro Ramón Vergara Montero.
“La señora del suboficial se demostró indignada porque hubieran metido a su marido en una conspiración en mi contra. Reveló el nombre de los demás conjurados y el lugar en que celebraban sus reuniones.
Estas venían realizándose desde el mes de septiembre en un restaurante donde el suboficial César Mellado los invitaba a comer patitas de chancho, y a las que asistía el Comandante Ramón Vergara Montero.
La denunciante agregó que el movimiento tenía por objeto derrocarme y llevar al poder al General Ibáñez, a quien su esposo había conocido por Mellado. El pretexto del cambio de Gobierno era mejorar los sueldos y ascensos de los suboficiales y tropa.
Terminó revelándole que el golpe estaba fijado para una semana más tarde; por eso ella se había apresurado a pedirle a su amiga que me advirtiera del peligro por intermedio de mi hija” (Gabriel González Videla, Memorias)
Leonidas Bravo, auditor del Juzgado Militar, autor del libro “Lo que supo un Auditor de Guerra”, contó algunos detalles de la operación y cómo lidió con el proceso, más conocido como “El Complot de las Patitas de Chancho”, en honor al popular plato casero.
Según él, fue informado que existía un “movimiento sedicioso en el cual participaban civiles y militares que tenía como finalidad la de derribar al Gobierno”
Dijo que no los conocía, “pues él a su vez, no había querido preguntárselo a su informante, pero que respondía de la veracidad de sus informaciones”La alarma de Palacio se encendió; no se podía dudar; se acercaba un complot de grandes proporciones y era menester mover las piezas.
El libro afirma que uno de los grupos pertenecía a la logia Masónica “La Montaña”. Curioso, porque González Videla era masón. Ingresó el 29 de noviembre de 1923 a través de la Logia “Luz y Esperanza N° 11”, de La Serena, cuando tenía 25 años de edad, alcanzando el grado de Maestro, Orador y encargado de docencia.
Otros eran miembros de la A.CH.A., o “Asociación Chilena Anticomunista”, Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas de la Escuela de Infantería, Unidades Motorizadas y Aviación.
Las reuniones de los complotados eran celebradas en el restaurant aludido, bajo el vapor de un caldo pagado por dirigentes civiles.
El plan, en cuestión, era bastante básico y predisponía mover piezas de artillería, tanques para rodear la Moneda, aviones para sobrevolar palacio y más tarde asaltar con unidades de Infantería. Si analizamos, esta infame fórmula fue repetida en sucesivos intentos golpistas, sin ir más lejos, el de 1973.
“En las primeras etapas de la organización del movimiento se había pensado en mantener en la Presidencia al señor González Videla, con un Ministerio de carácter dictatorial” (Leonidas Bravo, “Lo que supo un Auditor de Guerra”)Ibáñez era el candidato perfecto para encabezar el plan como ex mandatario-dictador y protagonista de complots y sediciones; “Ruido de Sables” en 1924, el falso atentado del Puente Maipo en 1930, su rol en el episodio nacional conocido como “Matanza del Seguro Obrero” ordenada por Arturo Alessandri en 1938 y el “Ariostazo”; agosto de 1939.
Es un buen título para describir el comienzo del fin de esta operación urdida en la ciudad de San Bernardo, según testigos escenificada en el restaurant ferroviario “El Rincón”, ubicado en Arturo Prat 9, al costado de la estación de ferrocarriles.
Las primeras reuniones fueron concertadas entre un selecto grupo de oficiales y suboficiales en el Centro Social Mutual (Freire 351), donde funcionaba la imprenta “La Idea”, después en el restaurant “Concepción”, ubicado en Eyzaguirre 524, conocido después como “Rafael de la Presa”.
Un ambiente jocoso recibía a conjurados civiles y militares, quienes bebían café, fumaban pitillos, probaban sendos y enjundiosos platos de comida casera, no sin una pequeña cuota de desconfianza, porque después de todo se tocaban temas delicados:
“Explican que un clima de inseguridad agita y amenaza a la patria, por un lado el descontento de las bases sindicales, la promulgación de la Ley de Defensa de la Democracia (llamada también Ley Maldita), las intentonas argentinas por invadir la zona de Aysén y el de extender las ideas de su régimen peronista al territorio chileno, pero lo más significativo era el de solucionar también las escuálidas rentas de los uniformados chilenos. Luego nos señalan que el objetivo es derrocar al Gobierno e instalar allí al General Carlos Ibáñez del Campo y nos aseguran que cuentan con el inmenso apoyo de las otras ramas de las Fuerzas Armadas” (Pinceladas de San Bernardo, mi participación en el Complot de las Patitas de Chancho, relatada por uno de sus protagonistas a 58 años de dicha historia, realizado por Versanov)
Este ambiente de camaradería y glamour no dejó pasar la luz, corriendo mucha agua bajo el puente, tanta que no previó la “alarma anti complots” de palacio, así el desalmado plan, cocinado entre grasosos platillos fue descubierto.González Videla llamó al Director de Investigaciones Luis Brun y al Ministro de Defensa Nacional, Guillermo Barrios Tirado, condecorado por su actuación en el intento de golpe de Estado contra el Presidente Pedro Aguirre Cerda, por parte del General Ariosto Herrera (El Ariostazo), para ordenar la captura de los involucrados.
“…en adelante todo se convirtió en una red de intrigas y ambiciones personales en que cada grupo sólo pensaba en supeditar a los demás.
Estas discusiones e intrigas se prolongaron por mucho tiempo, hasta que se descubrió el movimiento y se produjo la prisión de los principales autores, sin que hubieran podido ponerse de acuerdo”(Leonidas Bravo, “Lo que supo un Auditor de Guerra”)
El General Carlos Ibáñez del Campo, el Comandante Ramón Vergara Montero, el Comandante de Escuadrilla Mario Carrasco, 14 suboficiales y 7 civiles fueron declarados reos y procesados con penas de extrañamiento de acuerdo a la “Ley de Defensa Permanente de la Democracia”, publicada en el Diario Oficial el 18 de octubre de 1948:
“Cometen delito contra la seguridad interior del Estado, y serán castigados con las penas de presidio, reclusión, relegación o extrañamiento menores en su grado máximo, y multas de 5.000 a 50.000 pesos, aquellos que: induzcan de palabra, por escrito o valiéndose de cualquier otro medio, a uno o más miembros de las fuerzas armadas o de policía a la indisciplina o al desobedecimiento de sus superiores jerárquicos, o de los poderes constituidos de la República.
Se asociaren con el objeto de preparar o ejecutar cualquiera de los actos delictuosos contra la seguridad interior del Estado, contemplados en la presente ley, sea cual fuere la duración de las asociaciones y el número de sus miembros” – sentenciaba la norma, superponiendo además el hecho de intentar un golpe de Estado, celebrando o facilitando uniones que tuvieran como objeto conspirar o atentar en cualquier forma contra el régimen legal o constitucional.
La pregunta es, ¿qué peso tuvo la Ley Maldita durante el dictamen en noviembre de 1948?, esencialmente al absolver al General Ibáñez y al Mayor en retiro Gerardo Ilabaca, pero condenando al Comandante Ramón Vergara Montero como principal instigador, en comunión con otros cómplices a quienes se les aplicó pena de extrañamiento.
¿El hilo se cortó por lo más delgado?
A raíz de este alzamiento, el gobierno emitió un comunicado a través de la Secretaría General de Gobierno:
“El gobierno se ve en la necesidad de informar al país que el afán conspirativo que desde hace tiempo alientan algunos grupos civiles, logró envolver a ciertos jefes, oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas. En resguardo de las instituciones fundamentales de la República y por el propio prestigio de las fuerzas armadas, el gobierno declara que ha procedido y que procederá inflexiblemente a aplicar todas las sanciones que las leyes le autorizan, contra quienes pretendan subvertir el orden constitucional. Los tribunales militares, por su parte, en uso de las atribuciones privativas, aplicarán el rigor de la ley a aquellos miembros de las fuerzas armadas que hayan faltado a sus deberes. El gobierno se complace en declarar que el Ejército, la Aviación, la Marina y el cuerpo de Carabineros, con las solas excepciones de aquellos miembros sometidos a proceso, han permanecido y permanecen férreamente unidos en torno del gobierno constitucional”
“No es la culpa del chancho, sino del que le da el afrecho”, así relataba la revista Topaze detalles del complot en noviembre de 1948
Caricatura política dibujada por Coke, el acusado Carlos Ibáñez del Campo, que luego fue absuelto,
revista Topaze, noviembre de 1948
“Las vueltas de la Vida”: Traspaso de mando, 3 de noviembre de 1952, el Presidente Gabriel González Videla hace entrega de la banda presidencial al General Carlos Ibáñez del Campo, sellando así un extenso período de gobiernos Radicales en nuestro país