La ceremonia se llevó a cabo el sábado 15 de junio en el Cementerio Parroquial de San Bernardo, y contó con la participación de Fundación Profesor José Recabarren, Centro Literario Ateneo de San Bernardo, Odisea de las Artes de Peñaflor, y Memoria Digital.
120 años del natalicio de Romeo Murga y 99 años de su partida: recordando al poeta en San Bernardo
El 17 de junio se conmemora el 120º aniversario del nacimiento del poeta chileno Romeo Murga, mientras que el 22 de mayo se cumplieron 99 años de su prematuro fallecimiento.
San Bernardo, nuestra ciudad, guarda un especial recuerdo de Murga. En uno de los tantos Juegos Florales, el poeta llegó acompañado de su gran amigo Pablo Neruda. Sin embargo, la experiencia no fue del todo grata, ya que debieron abandonar la fiesta en medio de insultos por parte del público, que solo buscaba celebrar y no escuchar la poesía de dos jóvenes estudiantes del Instituto Pedagógico.
A pesar de este amargo episodio, la figura de Romeo Murga sigue viva en San Bernardo. Su poesía, impregnada de sensibilidad y melancolía, continúa cautivando a lectores de todas las generaciones.
“La vida de aquellos años en la pensión de estudiantes era de un hambre completa.
Escribí mucho más que hasta entonces, pero comí mucho menos. Algunos de los poetas que conocí por aquellos días sucumbieron a causa de las dietas rigurosas de la pobreza. Entre éstos recuerdo a un poeta de mi edad, pero mucho más alto y más desgarbado que yo, cuya lírica sutil estaba llena de esencias e impregnaba todo sitio en que era escuchada. Se llamaba Romeo Murga.
Con este Romeo Murga fuimos a leer nuestras poesías a la ciudad de San Bernardo, cerca de la capital. Antes de que apareciéramos en el escenario, todo se había desarrollado en un ambiente de gran fiesta: la reina de los Juegos Florales con su corte blanca y rubia, los discursos de los notables del pueblo y los conjuntos vagamente musicales de aquel sitio; pero, cuando yo entré y comencé a recitar mis versos con la voz más quejumbrosa del mundo, todo cambió: el público tosía, lanzaba chirigotas y se divertía muchísimo con mi melancólica poesía. Al ver esta reacción de los bárbaros, apresuré mi lectura y dejé el sitio a mi compañero Romeo Murga.
Aquello fue memorable. Al ver entrar a aquel quijote de dos metros de altura, de ropa oscura y raída, y empezar su lectura con voz aún más quejumbrosa que la mía, el público en masa no pudo ya contener su indignación y comenzó a gritar: «¡Poetas con hambre! Váyanse! No echen a perder la fiesta” – escribió Neruda en “Confieso que he Vivido”
Su tumba, en el cementerio parroquial de San Bernardo, permanece intacta y muda ante el bullicio exterior, con una placa que advierte su presencia:
“A la memoria del poeta Romeo Murga Sierralta 17 junio 1904, 18 de mayo 1925, homenaje de la I. Municipalidad y del Ateneo de Sn. Bdo. 18 mayo 1966 Perp.”La tumba de Romeo Murga, ubicada en el Cementerio Parroquial de San Bernardo, guarda una historia marcada tanto por la pérdida como por el homenaje. En ella originalmente descansaba su máscara mortuoria tallada en piedra, pero lamentablemente fue robada. Afortunadamente, la lápida original se conserva y fue restaurada gracias a la Fundación Profesor José Recabarren.
Esta institución tiene un profundo vínculo con el poeta, ya que fue don Bernardo Recabarren quien rescató sus restos de una fosa común. Conmovido por la situación, y a pesar de contar con escasos recursos como profesor normalista, Recabarren hizo todo lo posible para darle a Murga un lugar digno para su descanso eterno.
Un gesto de generosidad que ha permitido preservar la memoria de Romeo Murga para las generaciones presentes y futuras. Sus pares, en un emotivo homenaje, recitaron algunos de sus poemas, develaron una placa conmemorativa y descubrieron un busto que inmortaliza su juventud.
El poeta Jorge Teillier escribió una acertada impronta en “Romeo Murga, Poeta Adolescente”, donde reconstruye su vida y pone de manifiesto la obra de un vate que crece bajo la pesada sombra naciente de Neruda.
“Romeo Murga nos parece el ángel guardián que llega a la casa de la poesía por sólo un instante, la ilumina silenciosamente con una linterna, y luego desaparece”– atestigua
En la obra, Romeo Murga, tal vez, vaticina su temprana muerte, como en “Morirás un día”:
“Te abriré mi memoria.
y olvidaré, a tu lado que tengo que vivir,
y junto a tus despojos, apuraré la gloria
de vivir como un muerto, mirándote dormir…”
Y, en alguien que nunca llegaría a viejo:
“Sólo nos quedará la voz, y no la misma
con que hoy, serenamente, nos besamos de lejos.
De esta ternura inmensa que en nosotros se abisma,
¡cómo iremos a hablar, cuando seamos viejos!”
Resalta e imagina un futuro borroso y distante.
De cierto es que, según testimonio de Robinson Recabarren, hijo de don Bernardo, que estuvo presente durante la exhumación del cuerpo del poeta, se encontraron trazas de libros; entre ellos la Biblia, Alsino del escritor Pedro Prado; novela explora temas como la explotación, la injusticia social, la búsqueda de la libertad y la conexión con la naturaleza, y un libro de Charles Baudelaire, además un curioso objeto, una vieja lata de chocolates cuyo interior estaba pintado con flores de Nenúfares, en el mismo estilo de “Les nymphéas”, de Claude Monet.
Johnny Winkler Gómez, de la Compañía de Radioteatro Estación Chena, interpretó dos emotivos poemas, junto a Nelly Salas, Presidenta del Ateneo de San Bernardo, Margarita Rodríguez, a nombre de Odisea de las Artes de Peñaflor, Carola Donoso; hizo entrega de una ofrenda de árboles y plantas, Evelyn Recabarren creó un busto del joven poeta, Robinson Recabarren entregó su testimonio, Leo Lobos ofició como maestro de ceremonias. Finalmente se entregó un ejemplar de un fanzine-comic diseñado e impreso en el taller Pie de Cabra de la imprenta Tres Acequias de la Fundación.