Los profesores normalistas chilenos lograron bajar la tasa de analfabetismo que tenía nuestro país en este momento, no solo ellos lograron una gran transformación en la capa media social de Chile.
En América, la mejor educación en esos años, era la de los profesores normalistas, incluso varios maestros chilenos viajaron a otros países para organizar los Ministerios de Educación.
El profesor normalista no sólo brillaba en su aula, sino que en toda la sociedad, en el arte, la política, la ciencia y el deporte. Muchos de ellos eran personas muy destacadas, basta nombrar al ex Presidente Pedro Aguirre Cerda, cuyo lema indica de inmediato la orientación, él decía: “Gobernar es educar”.
La educación normalista tenía un desarrollo muy especial; los profesores descubrían en la capa media baja chilena, los niños con talentos a una temprana edad, cuando estaban en Cuarto de Preparatoria y tendrían 10 años aproximadamente, convencían a los padres para que sus hijos se educaran en vez de que los acompañaran a labores del campo, cuando cumplían los 13 años. Luego de obtenido el consentimiento de los padres, preparaban a sus alumnos para que se presentaran a las Escuelas Normales.
La educación normalista comenzaba con el primer año, con alumnos que egresaban de 6° de preparatoria y eran 3 los requisitos que se nos exigían; el primero, era que el niño o la niña tenía que estar dentro de los tres primeros de su curso y no solo eso, porque tres autoridades del pueblo tenían que hablar de la idoneidad, honestidad familiar y de su procedencia. Por último, este pequeño o pequeña debía someterse al examen de admisión que se organizaba el 26 de diciembre en todas las escuelas normales del país.
Los normalistas estábamos ansiosos de volver a nuestros lugares de procedencia y de esa forma cambiábamos y mejorábamos nuestro entorno inmediato, pues sin darnos cuenta fuimos cambiando la sociedad chilena.
El normalista no solo servía para enseñar docentemente al alumno, sino que nos formaban como líderes, por eso en todos los ámbitos ha habido normalistas como lo dije anteriormente.
El profesor normalista es una suma de múltiples factores; la parte familiar y la formación que dio nuestra escuela normalista; allí, cuando llegamos como internos, nos sentíamos encantados de la atmósfera que encontrábamos en nuestra escuela, en Curicó.
Se nos “rayaba” la cancha cuando dábamos el primer paso para ingresar al establecimiento con un letrero puesto en la entrada que decía: “Aquí se viene a estudiar, de aquí se sale a servir”.Es decir, desde la primera clase ya teníamos marcada la cancha.
El capital humano que nosotros conocimos, la calidad de nuestros profesores, la actitud amistosa del resto del personal; los cocineros, los auxiliares de la puerta eran parte de este sistema que formaba a ese niño que había iniciado primero con 12 ó 13 años y que durante toda su adolescencia estaba siendo formado en estas escuelas normales, las academias que habían nos daban la experiencia para que saliéramos humanistas al 100 por ciento y para que fuéramos personas muy cercanas con las otras con quien teníamos que laborar.
Recuerdo los días viernes, cuando nos poníamos en la fila, para que nos autorizaran nuestra salida semanal, había compañeros mayores, de sexto que andaban con una carretilla de hilo y agujas por si encontraban alguna insignia colgando en los bolsillos de nuestros vestones, mientras que otros nos ayudaban a lustrar los zapatos para que brillaran; al mismo tiempo nos decían “recuerda que eres alumno de una escuela normal y debes ir bien presentado”.
En el aspecto personal, la escuela normal me entregó una sólida base que me ha servido en todo lo académico, como profesor jefe, en mis asignaturas de ciencias naturales y educación musical, además en algunos cargos directivos que he tenido en la escuela, he sido un líder que ha desarrollado una democracia interna con quienes he trabajado, además me preocupé de realizar varios cursos de perfeccionamiento para ser mejor.
Lo que llevaba desde niño, de acá, de mi hogar, mi familia, del barrio, de mis amigos, que era la formación como dirigente, también he podido y he tenido la oportunidad de devolver lo que la sociedad me ha entregado y tengo el orgullo de sentirme parte de este grupo de maestros especiales, aunque vamos quedando muy pocos, pero de cierta manera en el recuerdo de la sociedad chilena estará siempre presente el de un profesor normalista.
Manuel Sandoval Sarmiento es un destacado ajedrecista, escritor, autor del libro "Historia de una Semilla que Germinó" profesor y ex Presidente de la rama de ajedrez "Maestranza Central". Es "Hijo Ilustre" de nuestra ciudad.