Lo primordial en este trabajo son las obreras y los obreros, una vida popular y con conciencia de clase que se convirtió rápidamente en el espíritu de la nación al iniciar el siglo XX, un Chile industrializado que creció a la par con sus habitantes creando dignidad y mano de obra íntegra.
Siempre en mi trabajo resalta la voz de otros, aún creo en lo colectivo hasta que veo los acomodes e intereses que cambian los discursos de la mayoría a cambio de unos pesos.
En mis trabajos hay diálogos con Murga y Calderón, Pedro Antonio González, P.P. Pasolini, Antonio Silva y últimamente con José Ángel Cuevas quien habla sobre la desaparición de Ferrocarriles del Estado y en sus versos nos dice: “ERA CHILE EL QUE PASABA POR SUS VENTANAS/y ya no pasa”. En fin, en mi cráneo cada vez resuenan más las voces muertas.
Desde pequeño resuena en mi escenografía infantil la radio. Programas como Recordando de Alodia Corral en Radio Colo-Colo o Radiotanda en Radio Minería me crearon potente interés por este noble medio de comunicación. El año 2014 le presento una maqueta radial a la Confederación General de Trabajadores de Chile, una radio sindical que acogió mi proyecto el cual consistió en llevar semanalmente a un invitado y descubrir su cancionero mental, influencias y propuestas creadoras que nunca olvidaron la clase y sus luchas. Aquél programa se llamó “En calzoncillos por la plaza pública” llegando a emitir 160 programas aproximadamente.
Siento que en muchos territorios y como síntoma de este sistema neoliberal la cultura se monetiza y mimetiza creando falsas expectativas. Obras sin sentido se vociferan en los sitios oficiales como si fueran un nuevo baile. A pesar de nuestra gran tradición poética la ausencia de espacios hoy ha escondido aún más este oficio tremendo que son las letras. Es hora que nuevas voces canten en las calles comunales y que el oficio no sea sinónimo de burocracias estatales.
Amo el baile de los sin fiesta, cuerpos cholos y tercermundistas que se reconocen en la micro y tras un guiño son capaces de cambiar el rumbo latinoamericano. Desde ese pie forzado en mis trabajos vive la población y su trabajo, la provincia que también bosquejó Tolstoi y Roque Dalton, luchas populares que hoy se reflejan más lúcidas tras el 18 de octubre del 2019.
Siento que la mala intención no es popular al querer amar su memoria, son autoridades mezquinas y ladronas las que crean gestiones burocráticas y que contemplan medidas parches sobre lo que me preguntas, tenemos en nuestra comuna una de las fábricas que fueron capaces de armar una locomotora completa en nuestra América Morena, sitios eriazos al abandono que no enaltecen el trabajo popular, políticas del patrimonio que sólo sirven para desviar dineros a otras cuentas. A 200 años es mucho lo que hay que hacer, desde volver a leernos y mirarnos a los ojos hasta rescatar lo más bello y noble de lo local, volver a transitar por estos lugares con nuestras hijas e hijos. Falta y falla.
A mi tío Luis Reyes Vargas
Múltiples motores se prenden y apagan en los talleres como si la industria cegara los cielos de la ciudad
el obrero Luis Reyes moldea el producto nacional
Interruptores y enchufes Productos de menaje
Iniciamos un nuevo turno en la fábrica mientras el petitorio se aferra con firmeza en los escritorios sindicales
Cada rostro sostiene sudor y ternura juguetes que llegarán a los niños de la patria el Circo Donald y retroexcavadoras que iluminarán el pasaje de la población antes del apagón y el llanto
Cada domingo después de llenar el puzzle el obrero Luis Reyes se ubicaba a un extremo del minicomponente y al momento de elevar su dedo índice cerraba los ojos para acompasar la música Debussy encerraba en su hogar el descanso y la alegría
algo similar como cuando le apostaba quinientos pesos a tercero/caballo UNO DE HONOR en el Teletrak de Plaza Egaña.
La baquelita adorna las mesas populares democratizando al barrio y sus clubes deportivos, cada fin de año la presidenta de la junta anota a la prole que recibirá camiones y enceradoras construidas por sus madres y padres entre máquinas de inyección y cálculos de feriados y vacaciones.
El obrero Luis Reyes baila a Bill Halley & His Comets/See You Later, Alligator.
Un cordón tras otro San Bernardo/San Joaquín/Vicuña Mackenna Overoles y delantales jugaban pin pon en el patio del casino y continuaba el itinerario con la producción
trabajadores con El Siglo bajo el sobaco iluminaban los pedestales convocando a las 17 horas en el Taller A, obstruidos en los paraderos esperaban la Intercomunal 24 fumando un Hilton.
El obrero Luis Reyes fue a La Moneda el 11 temprano, los pantalones de tela que utilizaba aquella mañana absorbieron la malicia milicia y preocupado guardó todo bajo el camastro. Mientras los aeroplanos aterrizaban en Tobalaba su mano tersa acariciaba mi cabeza y un zumbido acarreaba Manquehuitos y vino tinto, soplabas fuerte el humo del cigarrillo tratando de llenar las nubes de Peñalolén y el barro de la cancha mojaba la rabia.
Las estrellas nítidas emergen tras cada verso frente a frente debatimos el libro asomado en las pupilas y en la sede sudamos dominó y sepia. Claro oscuro sollozo que venda la tráquea y su soplo.
Creo que todos los chilenos tuvimos algo fabricado por la empresa Shyf nos dice una mujer agachada fuera de la botillería y sostienes la mano derecha extendida sobre la frente tratando de regular perillas y termostato, calor y semilla algo que trascienda la botillería y el pago de camisetas. Abrazo al obrero Luis Reyes, atrás todos bailan y avivan la parrilla guiñas el ojo y con tu boca apuntas un camino difuso y tenue una especie de cueva negra que conduce a un no lugar o al silencio abrazador que posa las manos en cada bolsillo. Al pasar por un corredor exiguo apuntas con el mismo dedo que alientas a Debussy y UNO DE HONOR
el Chicho me dices mientras una lágrima revienta sobre el flexit.
La industria del plástico democratizó la patria, cada pieza se armaba en la matriz con materia prima y ahorro popular Teléfonos de disco Artículos de oficina
Al abrir el casillero la ropa de trabajo arrugada y atenta se enorgullecía del traqueteo y la danza, extrusión y soplado tras el puesto de trabajo, una radio chirria aguda y compuesta rasguñando reiteradas veces como una perrita regalona tratando de llamar la atención. Tras una mesa extensa, entre caballetes y escritorios deshojados el obrero Luis Reyes escucha la asamblea y en cada pausa el compañero Rata citaba a Clotario Blest: “La acción y el ejemplo abarcan mucho más que la palabra”.
Luis seca su rostro y se lanza desde la escala en la micro, venía flameando y ansioso. Hola Cabeza de Gallina lo saludan con ímpetu y al unísono se abrazan con su compadre, ambos sonríen y despejan el alma, solo hay que bailar, conversar, beber vino
y soñar, amar es la ruta. El obrero Luis Reyes cobija en su frente materia y voltaje juguetes y carcasas, música y organización.
Rey de Reyes es el obrero Luis Reyes un rayo que eclipsa la conciencia, un obrero consciente que acomoda su corona esa que centellea con gloria el espíritu de la nación.