Conocido como “Chincolito” Urrutia, un verdadero As del ciclismo chileno, este destacado hombre del deporte, llevó el nombre de San Bernardo hasta lo más alto de esta disciplina.
Alejandro nació en Santiago, en 1949, hijo de otro gran ciclista, heredó el tesón de conquistar la velocidad y llevarla hasta sus extremos.
Confesó en una entrevista haber sido un buen alumno de los Sagrados Corazones, pues pasó sin sobresaltos su educación hasta el sexto año de Humanidades.
Desde niño supo que lo suyo era el deporte, aunque estudió contabilidad, tal vez para aportar en un negocio familiar. Primero, fue seleccionado de fútbol juvenil del “San Bernardo”, después hizo lo suyo en el club Universidad de Chile, llamado por el histórico formador de cadetes Washington Urrutia, quien fuera entrenador del Ballet Azul en 1966 y 1968 respectivamente.
Sin embargo, su paso por el fútbol, marcado de éxitos y goles, lo dejaba al margen de otra pasión; el ciclismo. Desde niño conoció al campeón Juan Pérez, ya que era amigo de su padre.
Cierto día, lo invitó a dar un paseo en su “chancha” y a poco andar y casi sin darse cuenta, comenzaron a acelerar hasta llegar al río Maipo. La improvisada y esforzada carrera sirvió como detonante en su futura decisión de entrenar sistemáticamente con Carlos Kuschel y Arturo León, ganando cada vez más en velocidad y técnica.
Pronto fue seleccionado para la recordada carrera del “Cruce de los Andes”, en su cuarta versión, sólo un acápite de los numerosos triunfos que vendrían, entre ellos el de los 100 kilómetros a nivel nacional.
Alejandro fue protagonista de encendidas carreras de los años ’70, donde la Asociación de San Bernardo lideró y marcó el pulso del ciclismo nacional e internacional.
*Imágenes: Revista Barrabases y Estadio