D esde su apertura en 1938 el recinto fue teatro, sala de de eventos, cine y hasta pub a principios del presente siglo.
San Bernardo se erige como un lugar ávido de saber pero que contrariamente esconde una historia de abandono artístico referida al que fuese, durante años, su centro cultural más concurrido; el Teatro Municipal de San Bernardo.
Según archivos municipales, su construcción parte en 1934, a cargo de Eulogio Carrasco, estando la obra gruesa terminada a fines de 1936 y siendo finalmente entregado al público durante febrero de 1938. Desde su apertura en 1938 hasta el año 1953, el teatro fue propiedad municipal, arrendado y administrado por Primitivo Santander, quien lo compró el año 53 y lo mantiene en su poder hasta los años 60, fecha en que es adquirido por la familia Arenillas, los actuales dueños.
“Durante sus años de funcionamiento, el recinto fue teatro, sala de de eventos, cine y hasta pub a principios del presente siglo. De igual modo, su arquitectura reviste elementos exclusivos, de gran tamaño y belleza, con una notoria presencia urbana. Es un destacado ejemplo del modernismo de la época; asemejándose a un barco, donde torre y ventanas redondas son parte de los rasgos más distintivos”, menciona el profesor de historia, Matías Cerda.
Hoy, producto del abandono y descuido social, el edificio está fuera de tono con las construcciones aledañas y del propio San Bernardo, es, además, lugar de encuentro constante para vagabundos y okupas, mostrando, de paso, una realidad totalmente opuesta a la que tuvo hace 75 años, donde se erigió como ejemplo de arquitectura moderna.
Uno de sus tres herederos, Bruno Arenillas (hijo del particular que lo compró en 1960) señala que “el teatro cuesta 750 millones. He recibido ofertas de una multitienda, un supermercado y templos evangélicos, pero de todos, sólo estos últimos garantizan mantener la estructura en pie”.
Luis Lobos, un sanbernardino de 49 años, en su niñez acudió a este olvidado teatro, “La primera vez que fui a ese lugar, fui a ver Drácula, toda la gente estaba asombrada de la increíble actuación de Christopher Lee, unos años más tarde volví y estaba en cartelera la Pantera Rosa. Era muy lindo y se hacían cosas y actos muy entretenidos y culturales.”
Después de muchos años funcionando, este teatro fue cerrado. “Lamentablemente, la gente no se sabía comportar, habían ocasiones donde orinaban ahí mismo, en un rincón del lugar. Este tipo de situaciones se repetía con tanta frecuencia sumándole la falta de personal que tenía el lugar, gatilló que la gente poco a poco dejara de ir. Si no mal recuerdo, lo cerraron cuando yo entré al liceo, como a los 14 años”, comentó Luis.
“Yo lo visitaba para disfrutar las seriales como El Fantasma o El Capitán Maravilla, además de las noticias del mundo que leía Sergio Silva”, recuerda María Luisa Gacitúa, profesora de estado. “La primera vez que vinimos en familia, fue un día miércoles, porque era el día con promociones populares”. Además, agrega, “una vez al mes realizaban graduaciones o ceremonias de los colegios del sector junto con utilizar las instalaciones los días domingos para actos políticos de los radicales”.
El teatro en 1982 dejó de funcionar pero años después se convirtió en discoteca, dando un giro contrario a su real esencia. En el 2000 cerró definitivamente, quedando desde entonces abandonado.